viernes, 9 de octubre de 2009

ESTUDIO BIBLICO : HOMBRES A QUIENES DIOS ACOMPAÑA


Palabra del Señor en el libro de Josué 1:5 dice: Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé.

Muchas veces crees que el Señor está con otros, pero no contigo. Muchos ministros tienen un problema y es que se tienen en poco, creen en su corazón que Moisés fue un gran hombre de Dios, pero no creen que el Señor puede hacer lo mismo con ellos. Moisés era tartamudo y estaba bien viejito, aún así, Dios lo uso para dar la ley, ¿Por qué no va usarnos a nosotros para dar Su Espíritu? Él mismo se encargó de hablarle a Josué y decirle que estaría con él, como estuvo con Moisés. Dios desea que tengamos un concepto muy grande de nosotros mismos.

En el versículo 9: Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en donde quiera que vayas.

Toda la Palabra que Moisés predicó se hizo carne en Jesús. La gloria de Dios lo acompañó siempre, y respecto a esto quiero decirles lo siguiente: La presencia de Dios no es la clave del éxito, porque si esa fuera la clave ¿por qué no entraron en la tierra prometida? El Señor no mantuvo a la gente en el desierto, ellos mantuvieron a Dios donde no le gusta vivir. La clave no es creer en Dios, porque si era fuera la clave ¿por qué no has salido adelante?

Dios le dijo a Moisés que estaría con él peor lo dudo. Y desde el momento en que se lo dijo a Josué, le quiso revelar una nueva verdad diciéndole: Mi presencia siempre irá contigo. En otras palabras, lo que le dijo es: Ustedes no han salido del desierto porque no han querido. Si salen, Yo voy con ustedes.

En el tiempo de Moisés la nube y la columna de fuego se movían, entonces se movían ellos, pero cuando paraban el pueblo se sentaba a esperar que se movieran nuevamente. Pero cuando el Señor habla con Josué las cosas cambian, Él le dice: Donde quiera que tú vayas, iré. Dios se sentaba y le decía a Josué: ¿Nos vamos a quedar aquí todo el día? Cuando él empezaba a caminar Dios lo seguía. Si estas viviendo en la época de Moisés, estas atrasado. No seas odre viejo. Dios va contigo donde quiera que vayas.

El Señor se movió todo el tiempo, después se movían Moisés y el pueblo. Pero cuando estaban a punto de entrar a la tierra prometida Dios dijo: Mi presencia siempre irá contigo. Ahora bien, si le dices a Dios que vas donde te lleve, ya sabes por qué no caminas. Él te está diciendo: Entiende, donde tú vayas iré. Ahora la nube y la columna de fuego se van detrás de ti. Dios va a donde le lleves.
Si tú caminas, Dios camina. Si corres, Dios corre; y si lo haces más rápido, Él también. ¿Qué esperas? ¿Una confirmación? No seas incrédulo. Si Dios ya te hablo sólo hazlo. No has llegado más lejos en tu ministerio porque no avanzas más. Llega más lejos y Dios va ir contigo.

Con todo respeto a las empresas, ¿Crees que puedes hacer una hamburguesa mejor a la de un restaurante famoso? Ese no es el problema, el problema es que no sabes venderla mejor. ¿Por qué las iglesias pequeñas no funcionan? ¿Cuál es el problema de no predicar mejor que otros? ¿Quién dice que los mejores predicadores tienen las mejores iglesias? Muchos de los mejores predicadores tiene iglesias pequeñas, y la pregunta es: ¿Qué pasa? Cuando alguien predica muchos dicen que podrán hacerlo mejor, pero de ser así, ¿Dónde está su éxito?

Nada de lo que acabo de mencionar tiene que ver con el éxito. Si eres un buen predicador concluyes que puedes poner una iglesia, lo mismo pasa con el que sabe hacer buenos pasteles, cree que puede poner una pastelería, y al hacerlo no les va bien, eso se debe a que no es lo mismo ser el técnico que ser el directivo. El modelo de Jesús nos obliga a ser directivos más que predicadores. Moisés cometió un error, tenía 12, Josué y Caleb querían entrar sin importar los gigantes, pero los otros querían regresar al desierto.

El primer error en el liderazgo es darle a la gente lo que quiere. Como pastor o directivo debes darle a la gente lo que necesita. Puede que tengas al mejor hombre de empresas oyéndote, pero el pastor eres tú. Si eres padre, tengo una pregunta para ti ¿Les preguntas a tus hijos si quieren ir al colegio? No los educas de acuerdo a lo que ellos piensan, sino a lo que necesitan para salir adelante. La gente de Moisés quería la nube y la columna de fuego pero no era lo que necesitaban. Yo no le pregunto a la gente que quiere oír, le pregunto a Dios lo que quiere decirles. Moisés no supo oír a Dios, oyó al pueblo. El buen predicador no es el que sabe hablar, es el que sabe oír a Dios.

La gente que sabe escuchar a Dios lleva una visión, y sabe lo que la gente necesita. Cuando implementamos el Modelo de Jesús, recibí una visión y un modelo, surgió un avivamiento. Ahora tengo gente echando fuera demonios y sanando a los enfermos. Tenemos miles de personas estudiando en la academia de líderes y predicando. Ahora la pregunta es: ¿Quién sabía que necesitaban, ellos o su Pastor? Por eso es que un Pastor es padre de la iglesia, porque un padre reconoce lo que sus hijos necesitan.

Muchos creen saber lo que quieren y necesitan, pero la mayoría de personas no saben qué es lo que necesitan. Quien debe saber que necesitas es quien preside. ¿Cuántas veces tus hijos te han dicho que te sientes ha hacer las tareas con ellos? Después sacan buenas notas y el 60% es de ellos y el otro 30% es tuyo. La gente necesita que los empujemos para hacer las cosas.

Muchos dicen que tengo un ministerio de sanidad divina, pero esos ministerios surgen por la falta de obediencia del resto. Si todos obedecieran habríamos más haciendo lo mismo. Orar por los enfermos es una obligación, no tienes que esperar una inspiración.

Moisés tenía unción y palabra. El Señor tenía comunión con él. Dios mismo dijo que era su siervo y que hablaba cara a cara con él y le dio toda la ley. Dios les dijo que entraran a la tierra prometida pero no lo hicieron porque empezaron a negociar con Él. En tu iglesia hay dos tipos de gente, los obedientes y los que debes convencer. Pero eso no es lo que Dios quiere. La clave es la obediencia a la visión de Dios.

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